La modernidad luchó contra Dios
en nombre de la emancipación humana. Todavía quedan muchos herederos de la modernidad
que están convencidos de que hay una oposición insuperable entre Dios y la
liberación, tanto entre los liberales como entre los marxistas. Sin embargo,
hay también visiblemente una evolución. Surge ya cada vez más la pregunta: ¿cuál
es el Dios que está en oposición con la libertad humana? Se impone cada vez más
la convicción de que no se trata del Dios de Jesucristo y de los cristianos.
Puede ser el Dios de ciertos filósofos. Puede ser que ciertos cristianos hayan
adoptado un Dios de los filósofos tomándolo como el Dios de los cristianos. En realidad,
el Dios cristiano es el vengador de los pobres, el defensor de lo humano, de
los oprimidos. El no defiende la idea de hombre, sino a la humanidad humillada.
Una señal de eso fue y sigue
siendo la defensa asumida por los representantes de la Iglesia contra los
conquistadores de las Américas y los opresores de los indios. Fueron razones religiosas
las que movieron al papa Paulo III a proclamar que los indios son hombres y sujetos
de todos los derechos humanos. Fueron razones religiosas las que movieron a los
misioneros a asumir la defensa de la libertad y de la vida de los indios. Dios
fue decisivo y lo sigue siendo en la lucha por la liberación.
J. Comblin, Antropología
cristiana. Paulinas, Madrid 1985,269-270.
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