El teólogo no
puede... escapar al juego de las opciones, pero tampoco está atrapado por él:
lo puede trascender por el discernimiento. Esta trascendencia, sin
embargo, no es una huida a un plano aséptico a·, pre- o suprahistórica, sino
una trascendencia encarnada en la historia que, por gracia, tiene estructura
de signo y sacramento. En las opciones y más allá de su contenido
representativo (ideológico o utópico), se da de hecho el llamado teologal que
se encarna históricamente, pero es irreductible a las ideologías y utopías.
Estas pueden mediarlo o desfigurarlo y aun rechazarlo, pero desde él ellas
pueden ser discernidas y juzgadas.
Tanto el dualismo
estático de una distinción de planos como el vaciamiento dialéctico de lo
teologal en lo mundano no dan cuenta de la encarnación de lo escatológico en lo
histórico, que se da inconfusa e indivisamente. Esa encarnación, como la de Cristo,
es liberadora; libera a lo mundano en su autonomía y apertura a
Dios; libera a la libertad para el discernimiento de la presencia histórica de
la salvación y para la creación de historia, y deja, sin embargo, libre a Dios
en su trascendencia. Pues ahí donde está el Espíritu de Cristo, ahí está la libertad.
Anteriormente decíamos que, en
la teología de la liberación, la fe es mediada históricamente tanto en el
camino ascendente de interpretación de la realidad sociopolítica
latinoamericana como en el camino descendente de su concreción en praxis liberadora,
praxis desde la cual se reflexiona. Pues bien, el discernimiento y la
consiguiente liberación apuntados en el párrafo anterior deben y pueden darse
en ambos movimientos.
Estimamos que, de hecho, se
dan en numerosos aportes de dicha teología, pero no siempre.
En el camino ascendente, la
teología, al asumir dichas interpretaciones (por ejemplo, la teoría de la
dependencia) y al articularlas en un lenguaje de fe, las coloca en un ámbito de
libertad. Es decir, las relativiza desabsolutizándolas de su eventual
pretensión ideológica de ser la verdad absoluta, total y exclusiva. Las
libera de un sentido reductivo a lo económico, político o social, y des-univociza
su lenguaje, abriéndolo a la imprevisibilidad de nuevas situaciones...
En el camino descendente hacia
la praxis se libera la utopía de considerarse definitiva y total, y se la deja
ser lo que es: utopía, especialmente abierta, en la tensión del ya, pero
todavía no. y se respetan la
opción y acción políticas en su contingencia y relatividad, sin hacerlas perder
la eficacia que les nace de la absolutez de la caridad.
J. C. Scannone, La teología
de la liberación: ¿evangélica o ideológica?: Concilium 93 (1974)
462.
Libro para Descargar: Religiosidad Popular Sabiduria Del Pueblo y Teologia
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