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jueves, 3 de enero de 2013

La fe cristiana, principio de liberación. Ignacio EllacurÍa


La fe cristiana, lejos de convertirse en opio -y no sólo opio social-, debe constituirse en lo que es: principio de liberación. Una liberación que lo abarque todo y lo abarque unitariamente: no hay liberación si no se libera el corazón del hombre; pero el corazón del hombre no puede liberarse cuando su totalidad personal, que no es sin más interioridad, está oprimida por unas estructuras y realidades colectivas que lo invaden todo. Si respecto de planteamientos más estructurales, la Iglesia debe evitar convertirse en opio respecto de los problemas personales, también debe procurar que planteamientos más individualistas y espiritualistas no se conviertan a su vez en opio respecto de problemas estructurales.

Esto sitúa a la Iglesia latinoamericana en una posición difícil. Por un lado, le trae persecución, como le trajo persecución hasta la muerte al propio Jesús: la Iglesia latinoamericana, y más exactamente una Iglesia de los pobres, debe estar convencida de que en un mundo histórico donde no se encuentre ella misma perseguida por los poderosos, no hay predicación auténtica y completa de la fe cristiana, pues aunque no toda persecución es signo y milagro probatorio de la autenticidad de la fe, la falta de persecución por parte de quienes detentan el poder en situación de injusticia es signo, a la larga irrefutable, de falta de temple evangélico en el anuncio de su misión. Pero, por otro lado, el hecho de que la Iglesia no pueda ni deba reducirse a ser una pura fuerza socio-política, que agote su tarea en luchar ideológicamente contra las estructuras injustas o que dé prioridad absoluta a esa tarea, le proporciona la incomprensión y el ataque de quienes han parcializado su vida y han optado por una parcialidad política como si fuera la totalidad humana; no saben éstos el daño que causan no sólo a una labor profunda y larga por parte de la Iglesia, sino, 10 que es más importante, a las propias personas que dicen servir, cuando a veces se sirven de ellas para lograr un proyecto político irrealizable que ni siquiera tiene en cuenta la totalidad de condiciones materiales en la que se está.

I. EllacurÍa, Conversión de la Iglesia al reino de Dios. Para anunciarlo y realizarlo en la historia. Sal Terrae, Santander 1984, 211-212.

Un Dios desamparado. Segundo Galilea


¿Cual es el Dios que nos revela Jesús? Por de pronto, un DIOS coherente con las expectativas mesiánicas de su tiempo, en continuidad con el DIOS de Abraham, de Moisés y de los profetas El DIOS inefable, absoluto, el que concentra todos los valores la verdad, la bondad, el bien, la belleza, el amor, en un grado incomparable, lo cual hace que sea totalmente Otro, incomprensible El DIOS poderoso, que lleva adelante las promesas de liberación y de santificación que ha hecho a su pueblo En fin, el DIOS de la plenitud.

Pero en Jesús se nos revela algo mas sobre DIOS, y este «algo mas» constituye lo original y especifico del DIOS cristiano Jesús es también «el Siervo de Yahvé», y en el DIOS se nos revela como un pobre. Como el que experimento el dolor, la necesidad, la persecución y el fracaso. Esto era una prueba para las expectativas y para la Imagen de DIOS que teman los judíos. Por eso, «bienaventurado el que no se escandalice de mi, después de haberme encontrado» (Lc 7, 23) Todavía mas, el DIOS que nos revela Jesús es un DIOS oprimido, desamparado en este DIOS no aparece ni la belleza ni la Justicia, ni plenitud, ni el poder

Este es también el Dios cristiano, en ruptura con todas las religiones y con todas las imágenes divinas. Este es el gran escandalo de la revelación de Jesús (san Pablo hablara del
«Escandalo de la cruz»), y la piedra de toque de la fe de sus seguidores. El seguimiento de Cristo es no solo seguir al Dios de la plenitud, sino al Dios de la Impotencia y del sufrimiento

Jesús de Nazaret nos ha enseñado el verdadero seguimiento del Dios cristiano. A él se puede ir a partir de la plenitud o a partir de la cruz. Lo podemos conocer en los valores y en las carencias

S Galilea, ¿Los pobres nos evangelizan? Indo-American Press Service, Bogotá 1977, 11-12

Descargar Libro: El sentido del Pobre

Comunidad Profética, Teólogos y Magisterio. Enrique Dussel



Es la comunidad, el pueblo de Dios como totalidad (LG 9s), el que recibe en su «tradición» viviente la palabra de Dios (la Biblia). Es el lugar de la ortopraxis y ortodoxia: «Un pueblo que lo conociera en la verdad y lo sirviera santamente» (LG 9). En ese pueblo y como función suya, por ser una comunidad mesiánica, profética (LG 12), el pueblo se da sus profetas. Los profetas no son más que miembros del pueblo de Dios que el Espíritu Santo promueve, sin necesariamente pasar por las funciones ministeriales (cura, obispo, papa, concilio)... El profeta se origina en, por y para el pueblo: su ortopraxis (su recta acción novedosa, creadora, hasta revolucionaria a veces) puede chocar a muchos, pero es, en concreto, la ortodoxia prudencial, histórica, la que todos seguirán en el futuro (aun el mismo magisterio). De todas maneras..., es del magisterio juzgar el carisma profético, pero no es su función «apagar el Espíritu» (LG 12).

El mismo magisterio, como función de la jerarquía, es un momento ministerial que el pueblo de Dios se da en su interior...
La jerarquía no está fuera ni por sobre el pueblo de Dios (tampoco el papa ni el concilio), sino que en el pueblo debe «apacentado y acrecentado» (LG 18). Por su parte, el papado y el concilio son funciones internas del ministerio jerárquico. Por ello, en primer lugar y sustantivamente, la infalibilidad de la ortodoxia es de la comunidad eclesial como totalidad: «Esta infliabilidad que el divino Redentor quiso que tuviese su Iglesia»
(LG 25).

De la misma manera, el teólogo, y el discurso teológico (la teología), se remite siempre y en primer lugar a la praxis eclesial... Decir entonces que la praxis es primero y la teología un acto segundo es recordar la doctrina más tradicional y antigua sobre el asunto. Es el pueblo de Dios quien inviste a sus teólogos de la función carismática de clarificar, explicitar, explicar la relación entre la ortopraxis (de la comunidad y los profetas) con la ortodoxia (la Biblia, la tradición dogmática y teológica, las costumbres, las doctrinas del magisterio extraordinario, etc.). La comunidad inviste al teólogo de esta función teórica desde y para ella.

El teólogo, por su parte, estudia el magisterio, lo respeta y se sujeta a sus juicios ... Se inspira de manera muy especial en la ortopraxis de los profetas...,ya que descubre los nuevos caminos por los que de hecho muchos miembros de la comunidad se internan, especialmente si dicho sendero es político o aun revolucionario. La teología de la liberación ha sido muy atenta en cumplir todas estas exigencias no sólo como personas, sino especialmente como comunidad teológica, ya que dichos teólogos, ante todo y como teólogos, son todos miembros de una comunidad de reflexión.

E. Dussel, Ética comunitaria.Paulinas, Madrid 1986, 243-244.

Descargar Libro: Ética comunitaria

Modernidad, emancipación humana y Dios de los pobres. Joseph Comblin



La modernidad luchó contra Dios en nombre de la emancipación humana. Todavía quedan muchos herederos de la modernidad que están convencidos de que hay una oposición insuperable entre Dios y la liberación, tanto entre los liberales como entre los marxistas. Sin embargo, hay también visiblemente una evolución. Surge ya cada vez más la pregunta: ¿cuál es el Dios que está en oposición con la libertad humana? Se impone cada vez más la convicción de que no se trata del Dios de Jesucristo y de los cristianos. Puede ser el Dios de ciertos filósofos. Puede ser que ciertos cristianos hayan adoptado un Dios de los filósofos tomándolo como el Dios de los cristianos. En realidad, el Dios cristiano es el vengador de los pobres, el defensor de lo humano, de los oprimidos. El no defiende la idea de hombre, sino a la humanidad humillada.

Una señal de eso fue y sigue siendo la defensa asumida por los representantes de la Iglesia contra los conquistadores de las Américas y los opresores de los indios. Fueron razones religiosas las que movieron al papa Paulo III a proclamar que los indios son hombres y sujetos de todos los derechos humanos. Fueron razones religiosas las que movieron a los misioneros a asumir la defensa de la libertad y de la vida de los indios. Dios fue decisivo y lo sigue siendo en la lucha por la liberación.

J. Comblin, Antropología cristiana. Paulinas, Madrid 1985,269-270.

Descarga Libro: El Pueblo de Dios

martes, 1 de enero de 2013

Jesús el Libertador. Leonardo Boff


Yo pretendo sólo ser un cristiano crítico dentro de la sociedad de opresión en que vivo y viven mis hermanos y hermanas.

Desde el evangelio y la utopía de Jesús de Nazaret, proyecto la visión de un mundo por lo menos más humano y justo del que yo he heredado. Si existen obstáculos, mentiras, ideologías que ocultan la iniquidad de la vida del pueblo, necesito herramientas que me ayuden a desenmascarar tales engaños. El marxismo ha ayudado a muchos hombres y también a no pocos cristianos a conocer mejor los mecanismos de opresión ya descubrir las intencionalidades estructurales más allá de la voluntad de las personas tomadas individualmente. El marxismo ha reforzado en muchos de nosotros la visión que recibimos del evangelio, que es intentar ver la sociedad y la historia desde la perspectiva de los últimos yconstruirla desde los olvidados de nuestra sociedad. Pero el marxismo, a mi modo de ver, puede ser de verdad útil sólo a los espíritus libres, no dogmáticos, y que han superado el marxismo como una religión ylo han hecho como sus fundadores querían: un instrumento teórico y práctico para suplantar opresiones y crear caminos hacia la libertad. En la plaza de San Pedro, en Roma, hay un obelisco pagano de Egipto que sirve de base a la fe cristiana. ¿Por qué no debe ser el marxismo la base de un cristianismo más efectivo históricamente? Solamente los pobres de fe y de espíritu tienen tanto miedo al marxismo.

Yo pienso que esa instrucción (se refiere a la Instrucción sobre algunos aspectos de la teología de la liberación, de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, agosto 1984) tiene un atraso teórico de 20 años. Primeramente, no representa la perspectiva latinoamericana, sino la centroeuropea. Es un documento que no crea esperanzas, sino que refuerza los miedos, sea del marxismo, sea de ser juzgada aliada a las fuerzas de represión. Y, paradójicamente, omite lo que para nosotros es más importante: la espiritualidad, las persecuciones, los martirios. La visión que ofrece del marxismo es análoga a la que rige hoy día en la Academia de las Ciencias de Moscú. Ni siquiera refleja la evolución del marxismo llevada a cabo, por ejemplo, en Italia en los últimos 15 años.

Yo me niego a pensar que Marx y sus secuaces pensaran sólo mentiras y falsedades, o estuvieran en mala fe. Otra cosa es que haya que ser libres frente a Marx como frente a otra cosa o visión del mundo, sin aceptarlos dogmáticamente. A pesar de todo, es ya muy importante que el documento acepte la legitimidad de una teología de la liberación que rechaza la opresión histórica y afirma la liberación como verdad esencial del evangelio. A nosotros es esto lo que nos interesa y lo que transmitiremos a nuestras comunidades pobres de base.

Declaraciones de Leonardo Boff a EL PAIS dominical, 4.10.1984, 54.

Descargar Libro: Jesús el Libertador http://es.scribd.com/doc/118639238