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jueves, 5 de mayo de 2011

Arte, Misión y Liturgia, una mirada de un joven Chileno entre teólog@s y artistas latinoamericanos.



¡Increíble! Todo puede cambiar como todo puede ser mejor… después de mi frustrado viaje a Nairobi Kenia, había perdido la ilusión de tomar un avión y aventurarme a algún viaje, pensaba que era una suerte de castigo del destino por mis miles maldades que he realizado, que el destino se vengaba conmigo no permitiendo ir a donde sería una verdadera fantasía, pensé que ese episodio (El viaje a Kenia) marcaria un inicio de algo distinto algo diferente pero no fue como lo soñé, porque que el viaje nunca fue. Muchos ya conocen la Historia.

Al ser invitado a Costa Rica, pensaba que era incomparable una invitación con la otra, es decir un encuentro de teólogos del mundo hablando de la misión que un encuentro de teólogos y artistas hablando de liturgia… dude de ir no tan sólo por la temática sino también por el desanimo y el estar en distintas responsabilidades que ameritaban mi presencia en Chile (trabajo, estudios, organizaciones, etc.). Pero acepte un sabio consejo de mi mentor “cuando se presentan este tipo de oportunidades sólo hay que aceptarlas con humildad”. Así que con mucho miedo (debo admitirlo) viaje a la Consulta de Arte, Liturgia y Misión sin entender mi viaje.

El primer día me encontré con artistas de verdad, cantantes, músicos, poetas, pintores, maestros e importantes teólogos y teólogas de Latinoamérica, ahí inicio un breve calvario donde me preguntaba que estaba haciendo en ese lugar. Mi pregunta era constante mi respuesta era confusa. Poco a poco fui viendo luces que me permitieron de un cuestionamiento a un disfrutar en plenitud.

Lo primero que me permitió encontrar sentido fue que estos grandes me miraban como un igual, compartieron conmigo, conversamos, no midieron mis títulos, ni mis conocimientos, no cuestionaron ni mi edad, ni mi falta de inglés, no me preguntaron por mis éxitos ni mi curriculum, sólo se dedicaron a ser parte de una instancia comunitaria. A ser fraternidad, construir amistad desde nuestra diversidad.

Lo segundo fue escuchar, comprender liturgia un su sentido histórico, teológico y contextual. Entenderlo como un dialogo con Dios en todo lugar, enfocar una misión del arte de libertad y encuentro, escuchar a artistas abriendo su alma para reflexionar sobre el cuerpo, las palabras, las imágenes, el sonido, la nada, el todo. Fue fantástico, es enriquecedor.

Lo tercero fue conocer el corazón de un artista, su visión del arte… su definición, su sostenimiento, su sobrevivencia, el anhelo de compartir e inspirar, el anhelo de vivir y disfrutar, sus cuestionamientos sus conflictos de vida su trabajo desde una perspectiva del Reino de Dios.

Finalmente encontré también sentido mirando mis manos, y preguntándome como podría aportar para ellos, para el Reino de Dios y tras algunos momentos de pensar y cuestionar considere la opción de servir… Así entonces lo hice, no se cantar, ni escribir, ni pintar… pero puedo servir y en mi vida lo hecho así, le encontré sentido a mi instancia no porque sea el mayor productor de eventos, sino porque Jesús también sirvió a los suyos, encontré sentido no tan sólo a mi participación en el evento sino mi participación en la liturgia, en sentido de mi espiritualidad… creo que viví un tremendo momento de adoración realizando las cosas insignificantes, preocuparme por “detallitos” y colaborar sin protagonismo, disfrutar de los aplausos para el otro sin desear que fuesen para mi… ¡Adore a Dios con lo que Él me había dado!

Y deseo seguir haciéndolo, es por eso amigos y amigas deseo expresarles a través de estas líneas mi deseo de poder colaborar en la expansión del reino de Dios en toda su dimensión, tengan en cuenta que en Chile habrá un joven sin grandes talentos artísticos pero con algunos otras pocas habilidades con el deseo de adorar a Dios, ayudando, a quienes deseen fomentar un dialogo frecuente de nuestra América Latina con su Dios.

Para servir.

Josaphat.

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