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viernes, 4 de noviembre de 2011

Una Iglesia entre los anarquistas.



 Pues bien, sólo hace unos días conversaba con dos amigos evangélicos sobre la vida e inevitablemente el tema de la religión y espiritualidad, donde les compartía mi experiencia que relatare en esta nota, como buen tema salieron muchas ideas y me motive a compartirlo con el deseo de poder abrir espacios para una vida plena en perspectiva del Reino de Dios.


Esta relación de “anarquistas” e “Iglesia” lo reflexione  el día de la Marcha[1] que fue convocada por el Pueblo Mapuche, ese día con unos amigos y amigas de Nación Juvenil[2], nos juntamos para participar de aquel importante evento, como éramos poquitos decidimos aglutinarnos con algunos otros grupos mayoritarios, después de ver a muchos grupos de personas, colectivos, organizaciones vimos que venían un gran número de “encapuchados” eran unos de los grupos más grandes, llevaban consigo sus típicas banderas negras y sus vestimentas estilo punk-rock, creo para ser sincero experimente esta sensación adrenalinica, de ser por un día “anarquista” marchando con ellos, [por supuesto este “ser” desde la superficialidad y en el símbolo], por lo tanto nos animamos y nos unimos, en ese momento mi mente comenzó a ser severamente cuestionada.


Mientras caminaba juntos con ellos, sin conocer precisamente sus canticos, gritos, pensaba que en ese momento me encontraba precisamente con quienes son los más rechazados hoy por hoy, el grupo que recibe el mayor repudio de casi toda nuestra sociedad, por responsabilizarse a ellos los desmanes y la violencia después de cada manifestación multitudinaria, eso me llevo a preguntarme ¿Qué hace a las personas más temibles, violentas y marginales, caminado junto conmigo o yo caminando con ellos? ¿Qué era que nos podía unir o tener puntos en común? O ¿Qué había que tanto a ellos como a mí nos invito a caminar juntos? Creo que fueron tres cosas, Justicia, Igualdad, Dolor. Eran tres cosas que tanto ellos como yo podíamos sentir.

En el caminar, comencé a relacionarlo con mi vivencia de Fe y me preguntaba si aquellos que comparten mi fe, la fe en Jesús quien dijo que nuestro dolor era el suyo, y que el dolor de mi prójimo era mío, estaban ahí, si acaso esa tan célebre frase de Jesús de “amar a tu prójimo como a ti mismo”[3], se hacía vida en forma real, comunicándome  Y Me pareció no verlos, no sufriendo con los que sufren, no llorando con los que lloran, no auxiliando a los perseguidos.

También me pregunte si  aquella “Iglesia” que dícese llamarse así, existía esta igualdad, si hay alguna similitud con la intencionalidad de la Cena del Señor de ser un rito comunitario.[4] Hoy eso es algo a lo mejor impensado en nuestros paradigmas controlados por nuestros egoísmos,  donde el deseo de “éxito individualista” es más convocante que la convivencia comunitaria, algo inexistente en las mayorías de nuestras comunidades, denotando las distintas desigualdades desde distintas expresiones como lo es con la mujer fuera del servicio pastoral o liderazgos en muchas congregaciones, la ausencia de la Pastoral infantil viéndolos sólo como instrumento para traer al adulto, la discriminación para quienes tienen una opción sexual diversa, el proceso de ser joven visto como un tiempo de errores para llegar a ser adulto “Maduro” y por supuesto la preferencia que se tiene por quienes puedan aportar con sumas de dinero importantes, en desmedro de los más desfavorecidos y oprimidos, es decir todo lo que no sea adulto, hombre, heterosexual y rico.

Creo que nos unía la sed y hambre de Justicia, algo olvidado en los sermones de la “Iglesia” por ser “político”, y lo “político” es del mundo “pagano”, dejando la justicia en el imaginario o en el uso del discurso tan dualista y metafísico de los evangélicos… con desilusión basta ver el actuar de quienes tiene vocerías representativas dentro de las cúspides de liderazgo dentro de la Iglesia Evangélica, las cuales hacen mención casi exclusivamente del “reconocimiento evangélico”, casi como complejo de inferioridad algo así como: “hola, ahora somos el 23%, vamos creciendo, existimos, tenemos artos templos, gracias por saludarnos” .[5] “La relación de la Iglesia con el poder tiene que ser crítica y en ningún caso tiene que ser legitimadora del poder como lo ha sido históricamente”. [6]

La marcha fue un caminar en el re-descubrir, encontrar los elementos del Reino de Dios en un espacio jamás pensado, detrás de las imágenes satanizantes se encontraba elementos señalados por Jesús como del Reino, como el amor transmitido en la compasión, el compartir un dolor, el dolor propio, el dolor del otro, el levantar las banderas juntos en símbolo de acompañamiento, en ese momento todos quienes marchábamos éramos uno, no habían diferencias, no importaba quien era, mi identidad de género, mi situación económica, edad… éramos todos iguales con sed y hambre de justicia, por el otro igual a mí, y sin ser precisamente iguales.

Me preguntaba quien más que Dios mueve al hombre y a la mujer a construir este tipo de Reinado con estas características. Anarquistas que en sus proclamas dicen “vidas sin Dios”, en ese minuto también eran mías, no me interesaba seguir proclamar a ese dios difundido por quienes ejercen dominación, sin duda un dios distinto al que “vivió entre nosotros”[7], a ese llamado Jesús de Nazaret, el Dios encarnado tan lejano a lo que hoy se dice de él en nuestras Iglesias. Me pareció tal como lo mencionaba Pablo en su experiencia en Atenas “he encontrado también un altar en el que estaba grabada esta inscripción: «Al Dios desconocido.» Pues bien, lo que adoráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar[8]”.  Ese Dios que ellos dicen no aceptar aun así hacen su voluntad, un Dios oculto, ocultado por la imposición de la fe construida con intencionalidades dominantes. Es que ese Dios está oculto no tan sólo para los anarquistas sino para todas y todos quienes se sienten abandonados de este sistema mundo, un posible Dios que transmite sus mismas proclamas de justicia y amparo, es un Dios diferente el que pregonan en las iglesias hoy.

Con esto digo que en ese lugar donde no había “institucionalmente” una Iglesia,  para mi si lo hubo, con incluso mayor características que la que dícese ser la o las “verdadera(s)”, probablemente se pensara inmediatamente acerca del uso de la violencia como característica de marginación para aceptar mi insinuación, de la cual no me referiré en mayor grado ya que  considero que debe ser una análisis con mayor profundidad, pero aun así tomando una posición de no ser válida, es de reconocerse también entonces el sincretismo desde la experiencia del ser humano con Dios y esta llevada al uso simbólico religioso, que desde otras tradiciones podría ser considerara como “paganas” o no “divinas - Sagradas”. Es decir el uso de los “revelado” con lo “pagano” esa mezcla que no quita lo divino pero no resta lo humano.

Para comprenderlo mejor es necesario recordar los hechos antiguos testamentarios donde precisamente el uso de la violencia por el “Pueblo de Dios” en un Dios que ama, se presentaba como un espacio de progreso en la revelación de este Dios hacia su Pueblo y por lo tanto de aceptación, el sincretismo vivido en toda la construcción de religión cristiana desde el Yahvismo, Elohim Mismo, o más tarde lo judío-cristiano, lo católico-romano, católico-protestante, etc. Es decir la practica nunca esta ajena a elementos humanos paganos, pero esto no resta lo  simbólico divino.

Que quiero decir que este Dios revelado, no precisamente en el “lenguaje cristiano” sino mas bien  desconocido en su dimensión dialéctica, pero conocido en su Espíritu a toda la raza humana, se ha de manifestar trayendo esperanza también de lo marginal y lo subversivo incluyéndolos en esta construcción de Reino de Dios, invitándolos a ser parte no de la construcción de la religión “verdadera” sino del plan de Dios, entonces en este compañerismo en la construcción de este Reino, hemos de caminar juntos y  nos hace ser Iglesia, en amor, unánimes, por justicia para todos con la esperanza que Dios en su espíritu nos guía.

Josaphat Jarpa
Noviembre 2011







[1] Marcha realizada el día Lunes 10 de Octubre en la Ciudad de Santiago desde la Plaza Italia hasta el Cerro Huelén.
[2] Comunidad en la que participo, que las integramos jóvenes de distintas confesiones de fe cristiana.
[3] El mandamiento más importante: ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente" —le respondió Jesús—. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: "Ama a tu prójimo como a ti mismo." De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas. (Mateo 22:37-39
[4] ¿O es que menosprecian a la iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen nada?” (2 Cor 11:22).
[5] Esta mirada la torno generalizada entendiendo como características de la mayoría de las iglesias evangélicas y no de todas, entre ellas la Iglesia Luterana y así como cristianxs particulares que ha posibilitado a quienes creemos en la posibilidad de un mundo más justo es cierta, instalando un Oasis dentro de tanto discursos llenos de ambición de poder, visibilidad y poco de empoderar a los débiles.
[6] Juan José Tamayo http://www.elfarodigital.es/melilla/sociedad/70721-la-relacion-de-la-religion-con-el-poder-tiene-que-ser-critica-no-legitimadora.html
[7] “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel”. (Isaias 7:14)
“Una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrás por nombre “Emanuel”que significa: “Dios con nosotros”. (Mateo1:22-23)
[8] Hechos 17:23

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