Pues bien, sólo hace unos días conversaba con dos
amigos evangélicos sobre la vida e inevitablemente el tema de la religión y espiritualidad,
donde les compartía mi experiencia que relatare en esta nota, como buen tema
salieron muchas ideas y me motive a compartirlo con el deseo de poder abrir
espacios para una vida plena en perspectiva del Reino de Dios.
Esta relación de “anarquistas” e “Iglesia” lo
reflexione el día de la Marcha[1] que
fue convocada por el Pueblo Mapuche, ese día con unos amigos y amigas de Nación
Juvenil[2],
nos juntamos para participar de aquel importante evento, como éramos poquitos
decidimos aglutinarnos con algunos otros grupos mayoritarios, después de ver a
muchos grupos de personas, colectivos, organizaciones vimos que venían un gran número
de “encapuchados” eran unos de los grupos más grandes, llevaban consigo sus típicas
banderas negras y sus vestimentas estilo punk-rock, creo para ser sincero experimente
esta sensación adrenalinica, de ser por un día “anarquista” marchando con
ellos, [por supuesto este “ser” desde la superficialidad y en el símbolo], por
lo tanto nos animamos y nos unimos, en ese momento mi mente comenzó a ser severamente
cuestionada.
Mientras caminaba juntos con ellos, sin conocer
precisamente sus canticos, gritos, pensaba que en ese momento me encontraba
precisamente con quienes son los más rechazados hoy por hoy, el grupo que recibe
el mayor repudio de casi toda nuestra sociedad, por responsabilizarse a ellos los
desmanes y la violencia después de cada manifestación multitudinaria, eso me
llevo a preguntarme ¿Qué hace a las personas más temibles, violentas y
marginales, caminado junto conmigo o yo caminando con ellos? ¿Qué era que nos podía
unir o tener puntos en común? O ¿Qué había que tanto a ellos como a mí nos
invito a caminar juntos? Creo que fueron tres cosas, Justicia, Igualdad, Dolor.
Eran tres cosas que tanto ellos como yo podíamos sentir.
En el caminar, comencé a relacionarlo con mi
vivencia de Fe y me preguntaba si aquellos que comparten mi fe, la fe en Jesús
quien dijo que nuestro dolor era el suyo, y que el dolor de mi prójimo era mío,
estaban ahí, si acaso esa tan célebre frase de Jesús de “amar a tu prójimo como
a ti mismo”[3],
se hacía vida en forma real, comunicándome Y Me pareció no verlos, no sufriendo con los
que sufren, no llorando con los que lloran, no auxiliando a los perseguidos.
También me pregunte si aquella “Iglesia” que dícese llamarse así, existía
esta igualdad, si hay alguna similitud con la intencionalidad de la Cena del Señor
de ser un rito comunitario.[4] Hoy eso es algo a lo mejor
impensado en nuestros paradigmas controlados por nuestros egoísmos, donde el deseo de “éxito individualista” es
más convocante que la convivencia comunitaria, algo inexistente en las mayorías
de nuestras comunidades, denotando las distintas desigualdades desde distintas
expresiones como lo es con la mujer fuera del servicio pastoral o liderazgos en
muchas congregaciones, la ausencia de la Pastoral infantil viéndolos sólo como
instrumento para traer al adulto, la discriminación para quienes tienen una
opción sexual diversa, el proceso de ser joven visto como un tiempo de errores
para llegar a ser adulto “Maduro” y por supuesto la preferencia que se tiene
por quienes puedan aportar con sumas de dinero importantes, en desmedro de los
más desfavorecidos y oprimidos, es decir todo lo que no sea adulto, hombre, heterosexual
y rico.
Creo que nos unía
la sed y hambre de Justicia, algo olvidado en los sermones de la “Iglesia” por
ser “político”, y lo “político” es del mundo “pagano”, dejando la justicia en
el imaginario o en el uso del discurso tan dualista y metafísico de los evangélicos…
con desilusión basta ver el actuar de quienes tiene vocerías representativas
dentro de las cúspides de liderazgo dentro de la Iglesia Evangélica, las cuales
hacen mención casi exclusivamente del “reconocimiento evangélico”, casi como
complejo de inferioridad algo así como: “hola, ahora somos el 23%, vamos
creciendo, existimos, tenemos artos templos, gracias por saludarnos” .[5] “La
relación de la Iglesia con el poder tiene que ser crítica y en ningún caso
tiene que ser legitimadora del poder como lo ha sido históricamente”. [6]
La marcha fue un
caminar en el re-descubrir, encontrar los elementos del Reino de Dios en un
espacio jamás pensado, detrás de las imágenes satanizantes se encontraba
elementos señalados por Jesús como del Reino, como el amor transmitido en la
compasión, el compartir un dolor, el dolor propio, el dolor del otro, el levantar
las banderas juntos en símbolo de acompañamiento, en ese momento todos quienes marchábamos
éramos uno, no habían diferencias, no importaba quien era, mi identidad de género,
mi situación económica, edad… éramos todos iguales con sed y hambre de
justicia, por el otro igual a mí, y sin ser precisamente iguales.
Me preguntaba
quien más que Dios mueve al hombre y a la mujer a construir este tipo de
Reinado con estas características. Anarquistas que en sus proclamas dicen “vidas
sin Dios”, en ese minuto también eran mías, no me interesaba seguir proclamar a
ese dios difundido por quienes ejercen dominación, sin duda un dios distinto al
que “vivió entre nosotros”[7], a ese
llamado Jesús de Nazaret, el Dios encarnado tan lejano a lo que hoy se dice de
él en nuestras Iglesias. Me pareció tal como lo mencionaba Pablo en su experiencia
en Atenas “he encontrado también un altar
en el que estaba grabada esta inscripción: «Al Dios desconocido.» Pues
bien, lo que adoráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar[8]”.
Ese Dios que ellos dicen no aceptar
aun así hacen su voluntad, un Dios oculto, ocultado por la imposición de la fe
construida con intencionalidades dominantes. Es que ese Dios está oculto no tan
sólo para los anarquistas sino para todas y todos quienes se sienten
abandonados de este sistema mundo, un posible Dios que transmite sus mismas
proclamas de justicia y amparo, es un Dios diferente el que pregonan en las
iglesias hoy.
Con esto digo que
en ese lugar donde no había “institucionalmente” una Iglesia, para mi si lo hubo, con incluso mayor características
que la que dícese ser la o las “verdadera(s)”, probablemente se pensara inmediatamente
acerca del uso de la violencia como característica de marginación para aceptar
mi insinuación, de la cual no me referiré en mayor grado ya que considero que debe ser una análisis con mayor
profundidad, pero aun así tomando una posición de no ser válida, es de
reconocerse también entonces el sincretismo desde la experiencia del ser humano
con Dios y esta llevada al uso simbólico religioso, que desde otras tradiciones
podría ser considerara como “paganas” o no “divinas - Sagradas”. Es decir el
uso de los “revelado” con lo “pagano” esa mezcla que no quita lo divino pero no
resta lo humano.
Para comprenderlo
mejor es necesario recordar los hechos antiguos testamentarios donde
precisamente el uso de la violencia por el “Pueblo de Dios” en un Dios que ama,
se presentaba como un espacio de progreso en la revelación de este Dios hacia
su Pueblo y por lo tanto de aceptación, el sincretismo vivido en toda la
construcción de religión cristiana desde el Yahvismo, Elohim Mismo, o más tarde
lo judío-cristiano, lo católico-romano, católico-protestante, etc. Es decir la
practica nunca esta ajena a elementos humanos paganos, pero esto no resta lo simbólico divino.
Que quiero decir
que este Dios revelado, no precisamente en el “lenguaje cristiano” sino mas
bien desconocido en su dimensión dialéctica,
pero conocido en su Espíritu a toda la raza humana, se ha de manifestar
trayendo esperanza también de lo marginal y lo subversivo incluyéndolos en esta
construcción de Reino de Dios, invitándolos a ser parte no de la construcción
de la religión “verdadera” sino del plan de Dios, entonces en este compañerismo
en la construcción de este Reino, hemos de caminar juntos y nos hace ser Iglesia, en amor, unánimes, por
justicia para todos con la esperanza que Dios en su espíritu nos guía.
Josaphat Jarpa
Noviembre 2011
[1] Marcha realizada el día Lunes 10 de Octubre en la
Ciudad de Santiago desde la Plaza Italia hasta el Cerro Huelén.
[2] Comunidad en la que participo, que las integramos jóvenes
de distintas confesiones de fe cristiana.
[3] El mandamiento
más importante: ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? “Ama al Señor
tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente" —le
respondió Jesús—. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos.
El segundo se parece a éste: "Ama a tu prójimo como a ti mismo." De
estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas. (Mateo 22:37-39
[4] “¿O es que menosprecian a la iglesia de Dios y
quieren avergonzar a los que no tienen nada?” (2 Cor 11:22).
[5] Esta mirada la
torno generalizada entendiendo como características de la mayoría de las
iglesias evangélicas y no de todas, entre ellas la Iglesia Luterana y así como
cristianxs particulares que ha posibilitado a quienes creemos en la posibilidad
de un mundo más justo es cierta, instalando un Oasis dentro de tanto discursos
llenos de ambición de poder, visibilidad y poco de empoderar a los débiles.
[6] Juan José
Tamayo http://www.elfarodigital.es/melilla/sociedad/70721-la-relacion-de-la-religion-con-el-poder-tiene-que-ser-critica-no-legitimadora.html
[7] “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: La virgen concebirá y dará a
luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel”. (Isaias 7:14)
“Una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrás por nombre
“Emanuel”que significa: “Dios con nosotros”. (Mateo1:22-23)
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