La efervescencia comunicacional de nuestros tiempos, el rápido y simple acceso para algunos para el mundo de las comunicaciones es sin duda un arma de doble filo, que permite una gran cantidad de información, pero poco mantenidas dada la urgencia noticiosa, genera a la vez una gran diferencia para quienes tienen acceso a internet ya sea por un tema cultural, de edad o económico ya que deben recurrir a la tan monopólica información entregada por la televisión abierta, en este aspecto parece ser la radio un medio de comunión más pluralista pero también en continua competencia de comunicar lo divertido en desmedro de lo importante.
En este contexto la situación de los pueblos originarios y en particular los mapuches son un ejemplo de este vacío comunicacional, basta recordar el año pasado con la huelga de hambre de los 32 comuneros Mapuches que estaban siendo procesados por presuntos hechos terroristas, fueron completamente anulados con la noticia del rescate de los 33 mineros. De igual manera actualmente la huelga que comenzó el día 15 de marzo, tras ser defraudados por el incumplimiento del gobierno actual ha sido anulada escalofriantemente por el efecto HidroAysén.
La existencia de este vacío comunicacional acerca de la problemática en cuestión, nos coloca una posición de absoluta desinformación e ignorancia frente a un tema tan importante para todos los chilenos y chilenas. Lamentablemente estos hechos vienen a hacer noticia cuando llega a un estado decrepito de la situación, abordando sólo aspectos superficiales de la noticia y sin poder comunicar el fondo del tema.
Este asunto nos debiera convocar a todos principalmente aquellos que creemos en la valoración del ser humano al ser creado imagen y semejanza de Dios, como también a todos quienes en la dignidad humana e igualdad de derechos sin “distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquiera índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”. A tomar un papel preferencial acerca de este tema en particular, promoviendo el tema los distintos segmentos de participación, difundiendo la información, abriendo el tema acerca de nuestros pueblos originarios.
Debería llamarnos la atención las demandas de estos, las cuales han sido repetitivas durante los años, al parecer nuestro tan celebrada emancipación logro sólo a criollos y mestizos librarse de la corana española, pero produjo a los indígenas estar bajo la opresión de un nuevo estado opresor.
Cuando estábamos en el colegio y en el ramo de historia nos hablaban de victorias y luchas de los patriotas pero omitían la historia de nuestros pueblos originarios vistos superficialmente y sin mayor entusiasmo desapareciendo después de la historia… Leemos la historia de los presidentes, intelectuales, artistas destacados, pero ¿Cuántos de ellos eran indígenas? ¿No aparecen porque no eran capaces? ¿Por qué no había sencillamente? Sin duda logramos reconocer una constante en el comportamiento de los “chilenos”, la exclusión social tan presente también hoy, la cual nuestra “democracia” no ha logrado evitar.
Sin lugar a dudas produce una indignación de cómo nuestros pueblos originarios, los reales habitantes de lo que hoy es nuestro territorio nacional, hoy son los más pobres de nuestra sociedad (Encuesta CASEN 2010).
Es que el aniquilamiento de un Pueblo no tan sólo se hace a través de la guerra, también se hace ignorando su lengua, ridiculizando su cultura, omitiendo su cosmovisión, discriminado su aspecto, invalidando sus demandas. No podemos negar que la gran mayoría de los chilenos no podríamos realizar un breve dialogo en Mapudungu, pero sin duda si en inglés e incluso en chino mandarín, así también el apelativo de “indio”, el cual es precisamente un adjetivo descalificador y tan usado en nuestro hablar común, su cosmovisión conectada con el medio ambiente absolutamente incomprendida por un mentalidad de consumo y materialista imperante en nuestro pensamiento. También así los “cristianos” hemos dado nuestro aporte, en una primera etapa llevaban la cristiandad con espadas y sangre… hoy llevando una cultura cristiana americana, también somos participes de este aniquilamiento sin ser por ningún motivo el propósito del evangelio.
Los intereses del poder imperante de nuestros tiempos también nos ha ocultado ver la luz para clamar y hacer justicia, incluso nos ha hecho participes dejándonos indiferentes al llanto y el grito mapuche. Hoy parece ser que ese imperio invasor que una vez llego jamás se ha ido y sólo ha cambiado de nombre, apropiándose de territorios de los indígenas, actuando violentamente en las comunidades donde ellos viven quienes peor aun quienes deberían entregarles seguridad, utilizando una ley (Antiterrorista) cuestionada internacionalmente por gran cantidad de los organismos de paz y derechos humanos.
Sólo el año pasado celebrábamos 200 años de independencia la cual no ha sido para toda la población del territorio nacional, un sector aun clama por ella, pidiendo la liberación de un estado dominante que invalida sus demandas y les llama “terroristas”.
Por cierto también podríamos identificar algunas intenciones de parte de los últimos gobiernos “democráticos” realizando distintos programas asistencialistas y se han sentado en diferentes oportunidades para hablar, sin llevar a cabo las demandas pronunciadas, las cuales no son sólo terrenos y subsidios, sino libertad, autonomía y dignidad.
¿Debemos entonces continuar con esta fatal indiferencia? ¿Cómo cristianos deberíamos ignorar la situación y restarnos completamente al tema? Por supuesto que no. Debemos hacer y practicar la justicia, La fe, la esperanza y el amor no son virtudes para excusarse de no participar, sino que, por el contrario, constituyen el mejor incentivo para contribuir a la búsqueda de la justicia, la libertad y la paz, cosas en las cuales Dios se encuentra ocupado. El deseo de libertad, el vivir dignamente nos debiera convocar a sumarnos por un mejor vivir de todos quienes habitamos en este territorio nacional, mayor aún si estos son pueblos originarios de quienes hemos obtenido sus rasgo e identidad.
“Bienaventurados quienes tiene hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados” Venga tu reino de Paz y Justicia Dios de todo lo creado. Amén.
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