En septiembre en
el Centro Ecuménico Diego de Medellín se realizó un Foro sobre “Cristianos y
Movimiento Estudiantil”, en el cual se reflexionó sobre lo concerniente a nuestra
fe con el actual movimiento social. A través del dialogo que se generó, pude
identificar un conflicto presente en todos quienes hemos participado de este
movimiento y profesamos la fe evangélica y es la invariable restricción en
desmedro de la escasa reflexión que existen en nuestra Iglesia Evangélica.
La gran parte de nuestras congregaciones
evangélicas provienen de una teología conservadora, con elementos de un
fundamentalismo americano, como el literalismo bíblico y la dualidad de lo
espiritual con lo terrenal, de lo cual generaron un rechazo a priori de ver a
cristianos involucrados, marchando, estando en las asambleas, participando en
las distintas actividades, donde enfatizaban que lo único que podía hacer un
cristiano en esta situación era orar. Es que desde nuestra fe evangélica existe
una suerte de imposibilitar el cuestionar de lo que creemos, lo que se ha
dicho, no obstante este movimiento social ha sido de tal magnitud que se ha
instalado la necesidad de ver la fe en nuestro contexto.
A estas alturas
del conflicto nadie niega las demandas inclusive el gobierno, más bien niega
las propuestas para la solución, permitiendo ver a algunos grupos de
estudiantes cristianos, como campo de misión para la expansión del reino de
Dios y su justicia, es que más allá de lo siempre dicho, se ah percibido que no
se puede ser indolente a tanta desigualdad que vivimos en nuestro país, ni
mucho menos siendo creyentes, es que una fe lejana al sentir de los oprimidos y
excluidos es cualquier fe menos la promovida por Jesús de Nazaret una salvación
integral. A esto sumarle que la mayoría de los estudiantes evangélicos, también
pertenecen a esta primera generación de personas en estudios superiores o bien
al grupo de endeudados por el sistema, por lo tanto el tema les atañe de
primera persona.
Esto ha ocasionado
un encuentro en este movimiento con un nuevo tipo de ver la fe cristiana fuera
de los templos y de lo establecido dogmáticamente abriendo espacios de
reflexión en algunos espacios cristianos, el ver la fe más allá de lo dicho
institucional e históricamente, sino de reflexionar desde el testimonio de
Jesús en el aquí y ahora, desde la vida, desde lo humano. Esto no parece ser
fácil, ya que las iglesias predominantes en la fe evangélica se cierran a toda
posibilidad de re-pensar la fe en un contexto actual y con elementos
contingentes, arraigándose en su tradición y en lo que siempre se ha creído.
El Re descubrir la
fe en perceptiva del que sufre opresión a permitido a la vez el redescubrir la
espiritualidad no tan sólo en un espacio metafísico alejado de la relación con
el prójimo, sino en el cara con el que otro, en el mismo foro uno de los
asistentes exclamaba que “este movimiento es cristiano porque reclama por
justicia”. Interesante para muchos cristianos que hoy re-piensan su fe desde su
contexto y experiencia de vida.
¿Es entonces la
participación de cristianos en este movimiento lo pleno? Sin duda que no, no
quiero decir que sea lo perfecto, por mucho romance que uno tenga con el
movimiento estudiantil, sino es y a sido una importante apertura hacia un
camino de reflexión cristiana, hacia el clamor de los oprimidos, de los pobres,
los marginados, en perspectiva del amor al prójimo. Por eso mismo quienes nos
identificamos con la fe de Jesús de Nazaret no estamos ajenos a este espacio de
soñar y pensar en una sociedad que refleje la esencia de nuestra fe cristiana,
el amor expresado en sus distintos elementos como la justicia, la misericordia,
la solidaridad, fomentando la reflexión de la fe en el presente y participando
en la desconstrucción de lo establecido para ir edificando el Reino de Dios
entre nosotros, dando buenas nuevas de salvación, sanidad y libertad, ¡Venga a
nosotros tu reino!
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