Buscar este blog

domingo, 22 de junio de 2014

Aportes éticos en torno a la Ley de Identidad de Género


Aportes éticos en torno a la Ley de Identidad de Género.[1]
Josaphat Jarpa.[2]

Contexto:

En el año 2011 hasta el 2013, tuve la oportunidad de participar de la Escuela de Formación permanente construyendo liderazgos desde una mirada generacional y de equidad de género que fue realizada por Fundación Ideas y Corporación Sur. En dicha Escuela tuve la oportunidad de conocer diferentes jóvenes, dirigentes, activistas, estudiantes, trabajadores, involucrados en alguna u otra manera en los cambios sociales que se han ido gestando en esta última década en nuestro país. Dentro de ese grupo se encontraba Michel Riquelme, un compañero, que participaba en la organización OTD, (Organización de Transexuales por la Dignidad), mi experiencia en compartir espacio, la quisiera ilustrar con una escena que transformaría un nuevo paradigma de asumir, desde el compromiso de fe, la dignidad de las personas Trans.

En los inicios de la Escuela, mi participación se basaba en intereses de recibir formación y en temas pocos tratados desde mi espacio como activo miembro dentro de comunidades evangélicas, al presentarme dentro de las primeras jornadas, entendía que me paraba desde esa identidad evangélica, y de ahí mi anhelo de poder capacitarme. Eso significó que al corto tiempo, se formaran algunos prejuicios y anticuerpos con otros compañeros y compañeras, que veían una amenaza la presencia de un evangélico, por una imagen de alguna manera estereotipizada como una persona, intolerante, homofóbica, conservadora e ignorante. En un ejercicio de taller en pleno desarrollo de la Escuela, hablamos de la discriminación, yo por primera vez en mi vida, me tocaba estar al frente y trabajar junto a un compañero Trans, si bien es cierto que personalmente venía con una disposición de apertura, veía totalmente novedoso el contexto diverso con el que me encontraba. Durante la actividad, fuimos dialogado y compartiendo experiencias, hasta que en un momento de la conversación, Michel dijo las siguientes palabras que conmocionarían mi estado. “Recuerdo cuando tú te presentaste, y dijiste que eras evangélico, me dio un sentimiento de “terror”, no me podía imaginar que tendría que estar compartiendo un espacio con una persona que ejerciera tal nivel de discriminación”.
Esas palabras me llevaron a preguntarme dos cosas: ¿Qué hace que una persona, cual sea su condición sienta “terror” por estar con una persona evangélica? ¿Qué responsabilidad tenía yo, como evangélico en poder contribuir para que nunca más una persona Trans, pudiera sentirse violentada con el paradigma hoy imperante de la discriminación por género?

Esas dos preguntas son las que hoy me movilizan para presentar estos aportes al debate de la ley por la identidad de género, sumándonos como Observatorio Iglesia y Sociedad – OIS, a esta iniciativa, que busca un avance para un mejor vivir en nuestra sociedad.

Una Sociedad que requiere re-educarse

Que hoy las personas trans, viven en una identidad que no corresponde con la identificación que tiene en su registro oficial, les causa conflictos a la hora relacionarse con otras personas e instituciones, este ejercicio de presentación es una violencia sistematizada, en asuntos simples y cotidianos, como es desde buscar un trabajo, la atención en servicios públicos hasta formar familia. Dos factores son los que mayormente inciden en esta causa: el desconocimiento y/o prejuicios hacia ese sector, y la patologización de la que son objeto.

Actualmente el cambio de nombre está sujeto a un trámite burocrático, que no garantiza una concretización del asunto, las personas interesadas tienen que ser sometidas a una cirugía de readecuación corporal completa, que no siempre está al alcance, debido al poco acceso a la atención en salud, como otras diversas razones.

Los derechos humanos y civiles de la población transexual son sistemáticamente vulnerados, es porque está difundida la idea de que lo suyo es un trastorno de la identidad de género; o porque el común de la población percibe algún tipo de desorden, físico o mental. Así, por ejemplo, la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud (CIE) de la OMS y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) coinciden en definiciones patologizantes, en directa oposición de los pronunciamientos efectuados por organismos de derechos humanos internacionales que junto a la Unión Europea o la ONU, llaman a terminar con esa categorización. Los daños sociales, psicológicos, que sufren las personas trans hoy nos convocan a informarnos, a re-educarnos, a conocernos, en el respeto a la diferencia y el encuentro de lo diferente.

Una Ley por la dignidad de las personas.

En este sentido, la propuesta de ley, permite una re-educación en las familias chilenas, que promueva el respeto a la diferencia, la tolerancia y la eliminación de la discriminación por identidad de género. Una ley digna que reconoce el derecho humano de las personas Trans, una ley que incorpore a menores de edad desde el reconocimiento a su identidad y que este sea un proceso de acompañamiento que disminuya el sufrimiento, como la deserción escolar producto de la transfobia tan arraigada en los colegios. 

Como miembros del Observatorio Iglesia y Sociedad – OIS, hemos abrazado la construcción del Reino de Dios, como sentido movilizador de nuestro pensar y actuar, bajo ese prisma, la Biblia nos invita a tener un diálogo, permanente de cuestionar nuestras realidades a la luz del mensaje de esperanza del evangelio y la buenas noticias para quienes sufren hoy opresión.

Desde esa posición creemos que estar a favor de la ley, podrá permitir vidas más plenas, libres y abundantes a una población, que no queda restringida a las personas Trans, sino que se amplía a sus familiares y amigos que duelen, con el pesar y la discriminación.

Nuestro compromiso, será acompañar este proceso reflexivo al interior de las comunidades de fe, para visibilizar los actuales contextos, sus cambios de paradigmas, y permitir esos espacios de reflexión teológica, que permita una sociedad más libre y justa. La sana convivencia en torno a un mejor vivir, es lo que nos encamina a acompañar este proceso, esperando que la vidas de personas, sean cada vez más dignas. 



[1] Artículo expuesto el día miércoles 18 de junio, en la comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía del Senado de la República de Chile.
[2] Josaphat Jarpa. Estudiante en la Facultad Evangélica de Teología CTE, miembro del Observatorio Iglesia y Sociedad – OIS.