¿Qué lugar escogerás para leer la historia de
Aysén? Es una pregunta que por ser tan simple es tan poco cuestionada, miramos
por la televisión barricadas, incendios, piedras y la constante muestra de
violencia que realizan las y los patagones en Aysén. Escuchamos al Gobierno que
indica que es un grupo extremista que sólo busca perjudicar la “gran” gestión
del presidente en materias de nuestro País. Vemos a la fuerza pública hacer uso
de su control para “salvaguardar” el orden público frente a tales violentistas
que perjudican el comercio y el turismo de esa zona, en fin es muy difícil
entonces tener una lectura disidente cuando en realidad lo único que hacen en
Aysén no es otra cosa que estar en contra del orden establecido.
Es precisamente en estas circunstancias donde
despierta todo mi espíritu cristiano y donde pasan como si fueran películas
ciertos eventos donde Jesús hace del orden un espacio de disidencia, donde
plantea un testimonio contestatario a esos ordenes del poder político y
religioso de aquella época, mientras el orden político y religioso planteaba el
apedreamiento legal de una mujer por adulterio Jesús, un disidente de tomo y
lomo plantea la duda, cuando el orden les decía no recoger espigas en el
Sabbat, Jesús contestaba desde la necesidad, cuando el poder le imponía la
marginalización de los publicanos y samaritanos, Jesús hablaba de la Inclusión,
cuando el poder omitía a la niñez, Jesús la puso en lugar de preferencia e
importancia, cuando el poder hablaba de excluidos, Jesús hablaba de sanidad y
libertad, cuando el poder hacia discriminación hacía las mujeres, Jesús les
ofrecía una conversación…
Es que la particularidad de Jesús para leer cada
historia no lo hizo desde el orden que oprimía sino desde la vida que da vida,
desde la vida en plenitud y no el sólo hecho de respirar, lo hacía desde las
personas, desde las experiencias humanas. Es que no me puedo imaginar a un
Jesús en la actualidad informándose por la televisión o en los diarios
oficiales esperando que todo vuelva a sus normalidad sin la mayor participación
y con total indiferencia con respecto a lo que a él personalmente no le afecta,
sino me lo imagino escuchando de las voces de las y los protagonistas, en sus
propias mesas, desde el ruido de las cacerolas, desde sus propias lágrimas,
incluso esas por las lacrimógenas y desde esas producidas para mantener el
orden, completamente comprometido por que el problema del otro paso a ser su
problema y ese fue su mayor legado para la humanidad, ama a tu prójimo como a
ti mismo.
Entonces desde mi lectura particular de este
predicador disidente de Nazareth, un pueblo excluido y oprimido con altas
cuotas de impuestos por el imperio, desde Nazareth donde la marginalización
producía incluso la imposibilidad de que saliera algo bueno de ese lugar, desde
Nazareth un lugar lejos de Roma y tambien del templo, desde Nazareth un pueblo
de trabajadores, carpinteros, pescadores, desde Nazareth un pueblo que su
esperanza era en la venida del Mesías que vendría a cambiar sus lamentos en
alegría.
Cómo creyente viene a mi corazón la convicción de
aquel Mesías, el Cristo aun vive y está y se hace presente, en cada con
nosotros para traer buenas noticias a los pobres, para sanar a los quebrantados
de corazón, para liberar a los cautivos y los oprimidos, y dar vista para los
que hoy no ven. No puedo omitir que me da la impresión que cada vez que Jesús
tenía que enfrentar conflictos con el orden de poder establecido, escogía mirar
desde los ojos que lloraban en Nazareth, desde la vida de un pueblo que
mantenía la esperanza de aquel Mesias que vendría a enjuagar toda lágrima.
Cuanto hace falta que el Mesías esperado en
Nazareth, tenga vida hoy en todo nuestro país, cuan necesario hoy veo que el
Cristo se haga vida en los corazones endurecidos por el poder, la comodidad y
la dominación. Cuanta falta hace que nos quite la ceguera del egoísmo y poder
ver desde las mujeres y hombres que hoy luchan en Aysén.
Ese predicador disidente al parecer tuvo largas
conversaciones con las y los patagones, hablándoles desde su Nazareth y los
patagones hablándole desde su Aysén y vieron que ambos pueblos tenían tanto en
común, no puedo imaginarme otra cosa más que el nacer de esperanza, sobre que
el reino de Dios no se construye desde las riquezas que dominan nuestro mundo,
sino desde las libertades de los oprimidos.
No me puedo imaginar a un Jesús hoy fuera de Aysén,
fueras de las mesas de los patagones, lejos de las cacerolas de las mujeres, me
imagino a un Jesús diciéndole a cada uno de los patagones… ¡Felices! Si
¡Felices! Porque tienen hambre y sed de Justicia… ¡Felices! ¡Felices! Porque esa
sed será saciada… Si... ¡Felices! Porque el Reino de Dios se ha acercado a
vosotros ¡Aleluya!
Porque todos somos Aysén ¡Fuerza al Pueblo que
tiene esperanza! Jesús es un Patagón.