El año pasado, en la realización del Te Deum Evangélico, el Obispo EduardoDurán Castro a nombre de las Iglesias Evangélicas llamó a perdonar en elcontexto de los 40 años del golpe de estado y pidió perdón por “no haber hecholo suficiente”. Tras
un año de aquella catarsis del sector evangélico, un buen ejercicio es
preguntarse qué ha pasado. ¿O es que acaso ser parte de una generación “post-Pinochet”
nos invalida a preguntarnos sobre nuestra historia? ¿O el hecho de ser
evangélicos nos prohíbe hacer memoria y hacer compromisos reales y concretos en
torno a la verdad y la justicia?
Cuando hablamos de que hacer memoria es recordar, significa volver a
pasar por el corazón. Esto, en un escenario en que el imaginario religioso
evangélico, mira con sospecha el hecho de hablar de las violaciones a los DDHH
en la dictadura militar y acusado de pertenecer a una línea partidaria que no
es legítima en la mayoría de este gran universo, anula posibilidad de recordar
el sufrimiento de nuestro pueblo.
El silencio fomentado desde los liderazgos de las Iglesias no son
silencios inocentes ni alternativa que procure buscar la paz. Son cómplices al
hacerse ciegos y sordos a una realidad elocuente asumida en nuestro país que
supera la orientación política a la que se pueda adherir. El ejemplo que el
emergente movimiento político de la derecha Amplitud, haya realizado unadeclaración en torno a los 41 años del Golpe de Estado, donde condenan lasviolaciones de los DDHH en la Dictadura militar es una señal clara y concreta que solamente hoy, sujetos sin ningún criterio
humano puedan seguir avalando el régimen pinochetista. No obstante, en nuestros
espacios de Iglesias, eso sigue siendo ambiguo, confuso e incluso en otros
lugares - incomprensiblemente – simpatizantes.
Esta historia de amor entre el pinochetismo y algunas iglesias
evangélicas se dio en un contexto en que sectores evangélicos eran
discriminados por su opción de fe. Estos en búsqueda de legitimidad y de
reconocimiento en la relación iglesia-estado, realizaron diferentes esfuerzos
para validar la opción religiosa en lo público. A la vez la Iglesia católica
encabezada por el Cardenal Silva Henríquez, al mostrarse distante de las
prácticas del régimen militar obligó a Pinochet a buscar legitimidad religiosa en
vías alternativas que finalmente fueron a tener recepción en los sectores evangélicos.
En este proceso es cuando se realiza el primer “Te Deum Evangélico” y una serie
de visitas al Dictador como la del 13 de diciembre de 1974 donde se hace entrega
del documento “Posición Evangélica” firmada por 32 pastores en apoyo al régimen
autoritario.
Desde otro lado de la vereda, Helmut Franz, pastor luterano, en la época
de los 80 fue un ferviente defensor de los derechos humanos, siendo parte de
diferentes iniciativas donde destaca su participación en el Comité Pro-Paz y la
Vicaría de la Solidaridad. Pronuncia un sermón en el Sínodo de la Iglesia
Luterana en marzo de 1974, que viene a ser una real consigna para otros
sectores evangélicos que caminaron por otras sendas en dictadura militar.
“¿Puede
la iglesia ser neutral? La iglesia no puede ser neutral porque el siervo de
Dios no es neutral, porque Dios no es un Dios neutral, sino que un Dios de la
paz y de la humanidad. Allí donde se trata de la humanidad del ser humano, la
iglesia no puede ser de ninguna manera neutral. Con esto no quiero decir que
debamos tomar partido en el sentido de un partido o una ideología cristiana
determinada. Tratándose de política partidista la iglesia debe ser de todas
maneras neutral. Pero el cristianismo no puede ser apolítico, porque el cristiano
es responsable por la paz en el mundo. Una iglesia políticamente neutral e
indiferente es irresponsable. Es sorda y no tiene oído de discípulo.”
Tras años de negación y olvido, en la esperanza que el sol de justicia se
levante para todas y todos, es momento de preguntarse de cuál puede ser nuestro
rol en esta generación en torno a nuestra historia reciente, ¿Cuál será el rol
de un evangélico en las Fuerzas Armadas en cuanto a la búsqueda de la verdad y
la justicia para las víctimas de la dictadura?¿Cuál será el rol como cristianas
y cristianos en el rescate de la memoria?¿Será posible llegar a un mínimo consenso
de condenar con todas nuestras fuerzas los crímenes realizados por la dictadura
militar?¿Será posible que la condena, sea el inicio de un camino que busque la
justicia hacia las víctimas? ¿Será posible que el pinochetismo abandone por
completo espacios e imaginarios evangélicos?
Que Dios nos libre de sentirnos avergonzados y decirles a los que vienen
que no fuimos capaces desde nuestros lugares, hacer justicia para los que
sufren. Que Dios nos libre de tener que pedir perdón por no hacer hoy lo
suficiente por la dignidad de las personas en la defensa de sus derechos, Dios
nos libre de ser una generación enajenada, arribista e indolente que ve el
daño, la tortura, y la muerte como algo del pasado de cual no somos parte. Y
Dios nos permita ser sensibles con la fragilidad humana, que nos guíe por
sendas de amor y justicia, que nunca nos haga olvidar el dolor de nuestro
pueblo.
El olvido está lleno de memoria
Vamos a destaparlo / a revelarlo
Sin mezquindades ni pudores tibios
(Mario Benedetti).
Josaphat Jarpa R.
Estudiante de Teología, Comunidad Teológica Evangélica de Chile.
Septiembre 2014.