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lunes, 17 de diciembre de 2012

Nació Jesús… La Fiesta que falta celebrar.

Los relatos que se dan del nacimiento de Jesús desde los textos Bíblicos de Mateo y Lucas, como así de las tradiciones posteriores, nos dicen que Jesús nació en un contexto de completa vulnerabilidad, Hijo de una Madre “Soltera”, el evangelio de Lucas lo sitúa en un pesebre, un lugar de comida de animales del campo, y el relato en Mateo nos dice incluso que sufrió persecución, siendo movidos en plena etapa de embarazo, huyendo a otro País para poder sobrevivir.

Misma realidad que viven hoy tantos migrantes en América Latina, huyendo del “Poder asesino”, para buscar un mejor vivir o simplemente sobrevivir, muchos de ellos niños y niñas, que no logran la misma suerte de Jesús, sino que son muertos, otros apartados de sus padres para ser vendidos a través de la trata de personas y vivir como objetos de consumo.

En el relato de Lucas señala además que fue acompañado por campesinos [Pastores], sujetos alejados de la urbe, alejados del templo, de un lugar sin lugar, Mateo añade la visita de unos “Sabios del Oriente” o “Reyes Magos” extranjeros con otras creencias, otras culturas, realizando un acto intercultural, de compartir una fiesta.


A propósito de esta fecha tan publicitada, pero tan poco celebrada, una fecha con muchas luces, pero con poco olor a pesebre, con mucho grito euforia pero poco clamor de alivio, Ese olor que impregnaba el cuerpo de bebé de su madre, su Padre, y los invitados, ese clamor de esperanza de María:

«
Llenó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías
».1

Una Madre que veía la esperanza salir de un pesebre la liberación de su pueblo, no lo puedo comprender que pensaba desde un plano metafísico, al igual que una migrante que trata cruzar la frontera, quiere ver a su hijo comer.

Esa misma celebración fue hecha por los campesinos, en ese momento:

« ¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor! »2

En la “Tierra Paz” la misma que exponía Monseñor Romero en una de sus homilías antes de ser asesinado:

« Una verdadera conversión cristiana hoy tiene que descubrir los mecanismos sociales que hace que del obrero o del campesino personas marginadas. ¿Por qué sólo hay ingreso para el pobre campesino en la temporada del café y del algodón y de la caña? ¿Por qué esta sociedad necesita tener campesinos sin trabajo, obreros mal pagados, gente sin salario justo? Estos mecanismos se deben descubrir, no como quien estudia sociología o economía, sino como cristianos, para no ser cómplices de esa maquinaria que está haciendo cada vez más gente pobre, marginados, indigentes... Sólo por este camino se podrá encontrar la verdadera paz en la Justicia. Por eso la Iglesia apoya todo aquello que fomenta el cambio estructural».3

Los Evangelios nos comparten como Hombres y Mujeres veían nuevamente la justicia de Dios para sus vidas, para su pueblo… Y Nació Jesús y venció la muerte, muerte de su sistema de mundo que lo invitaba a morir, que luego lo busco incansablemente hasta conseguirlo, solo en parte.

Hoy es necesaria esa exclamación de justicia la misma de María, la misma de los Campesinos, la cual también continuo Jesús… este sistema mundo en el que vivimos sigue siendo opresor e injusto, con las y los mismo implicados, oprimiendo a la mujeres, a las mujeres madres, a los campesinos, a los y las migrantes, también les persiguen y no tan sólo nacen en un pesebre sino que muchos de ellos y ellas, viven en un uno toda su vida hasta que este sistema mundo les termina de matar.

Como lo dijera un Reformador Protestante:

« Es el mayor escándalo en la tierra que nadie quiera hacerse cargo de los pobres y desamparados; los grandes de este mundo hacen cuanto se les antoja. Daos cuenta de una vez de que la enjundia del caldo de la usura, de la ratería y del bandidaje está constituida por nuestros señores y príncipes; estos se apropian de toda criatura: Los peces que están en el agua, las aves que vuelan por los aires, la vegetación de la tierra, todo ha de ser suyo. Sobre este estado de cosas descargan luego el mandamiento divino entre los pobres, diciéndoles: Dios ha ordenado que no robes, mientras que ellos mismos no se sienten obligados por tal mandamiento. Los propios señores son culpables de que el pobre se haga su enemigo. Se niegan a eliminar el motivo de la indignación, y así no se han de arreglar las cosas a la larga. Si por decir esto se me ha de tachar de subversivo, que sea en buena hora.» (Müntzer).4

Como así también lo dijeron en los setenta:

"Si nos desentendemos del mundo de los maltratados y oprimidos, si los dejamos en manos de los que empuñan el poder, si buscamos una dicha terrestre y celestial que no sea interrumpida por los gritos de las víctimas, estamos pervirtiendo el evangelio en que creemos y estamos abusando del evangelio que proclamamos... Yo no quiero alinearme con los hipócritas, fariseos y levitas, y hacer que mi apoyo a los que han caído en manos de ladrones dependa del buen comportamiento de las víctimas» (Käsemann)5

Hoy seguimos buscando aquellos caminos de justicia y liberación que nos permitan celebrar con “Las Marías”, “Los Campesinos” y “Los Reyes Magos”, muchos no lo pudieron ver, no lo pudieron sentir, tampoco escuchar, el ruido de las plazas, los negocios en el templo o la comodidad de la ciudad, no les permitía prestar atención a semejante acontecimiento.

En esta fecha que conmemoramos el nacimiento de Jesús, es mi reflexión acercarnos a los diferentes pesebres que hoy están presente en este sistema y hagamos memoria de aquel nacido en tierra lejana e injusta, aquel llamado Emanuel “Dios con nosotros” para que cada vez que nos encontremos con algún “pesebre”, podamos hacer anuncio de justicia, anuncio de la llegada de Dios, del Dios manifestado para liberarnos y vivir con nosotros en comunidad, y celebrarlo porque la Justicia del Dios de la vida a sido manifestada.


1. Lucas 1:53 (Versión Dios Habla Hoy).
2. Marcos 2:14 (Versión Dios Habla Hoy).
3. Monseñor Oscar Romero; Homilía 16-12-1979.
4. Ernest Bloch, Thomas Münzer Teólogo de la Revolución; Editorial Ciencia Nueva 1923. pag. 54.
5. Ernest Käsemann, Jesucristo en la historia y en la fe, Madrid: Sígueme, 1977, pp. 81 -82

Josaphat Jarpa Ramírez
Diciembre 2012.

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