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viernes, 14 de septiembre de 2012

Carta de caminante a una sociedad adultocéntrica




Soy Sinaí, Ina, Juan Luis, Nele kantule, Gabriela, Erick, Matías y Antonio, vivo en las calles de Santiago, en las selvas de Honduras, en la aldea de San Pablo, en las islas de Guna Yala,  en el valle  de Caracas, por las montañas y ríos de Acosta. Vivo en los diferentes caminos que mi Latinoamérica me deja caminar.

No me categoricen por mi sexo ni mi género, llámenme Joven y soy caminante.

Camino por los veredas de mi pueblo: Mi comunidad indígena, mi calle cementada, mi pradera soleada, mi playa cálida, todas son mías, y ninguna lo es, le pertenece a mi Madre, a la Tierra, la Pacha Mama, la misma que me permite caminar, soñar y escribir.

Me detiene caminar, las leyes ya que no me preguntan pero las tengo que obedecer, me detiene caminar la subordinación de quien cree ser más que yo, me detiene que me determinen en un rol por mi cuerpo ser macho violento o ser una hembra sumisa, me detiene que me llamen como otros quieren y no como yo quiero que me llamen, Me detiene caminar los miedos y desconfianzas que tienen que por mi nombre siempre me indican que me falta algo.